EL PAPA FRANCISCO REITERÓ SU PEDIDO DE PERDÓN A INDÍGENAS CANADIENSES
CANADÁ (25 Julio 2022).- “Esperaba que llegara este momento para estar entre ustedes. Desde aquí, desde este lugar tristemente evocativo, quisiera comenzar lo que deseo en mi interior: una peregrinación penitencial. Llego hasta sus tierras nativas para decirles personalmente que estoy dolido, para implorar a Dios el perdón, la sanación y la reconciliación, para manifestarles mi cercanía, para rezar con ustedes y por ustedes”.
Estas palabras abren el sentido discurso del Papa
Francisco a los pueblos indígenas First Nations, Métis e Inuit, con quienes se
encontró en la mañana de este lunes en Maskwacis, Canadá. Este
sitio, también conocido como “Colinas de Osos”, en lengua cree, ubicado a unos
70 kilómetros al sur de la ciudad de Edmonton, en el estado de Alberta, es la primera
parada en la “peregrinación penitencial” al país, que comenzó ayer, domingo 24
de julio.
El Pontífice, quien se detuvo en oración silenciosa
durante dos momentos de su trayecto hacia el escenario montado en el lugar del
evento, fue recibido con sonido de tambores y saludó a los representantes
indígenas. Wilton Littlechild, jefe de una de las comunidades, pronunció unas
palabras de bienvenida.
El Obispo de Roma recordó los encuentros que tuvieron
en Roma hace cuatro meses y narró que, en ese momento, le entregaron dos pares
de mocasines, “signo del sufrimiento padecido por los niños indígenas, en
particular de los que lamentablemente no volvieron más a casa de las escuelas
residenciales”, dijo. Le pidieron que los devolviera cuando estuviera en Canadá
y anticipó que lo haría al concluir sus palabras. El Papa se inspiró
precisamente en ese símbolo que “reavivó en mí el dolor, la indignación y la
vergüenza”, enfatizó.
“Caminar juntos”
El Sucesor de Pedro sostuvo que “el recuerdo de esos
niños provoca aflicción y exhorta a actuar para que todos los niños sean
tratados con amor, honor y respeto”.
“Pero esos mocasines, continuó, también nos hablan de
un camino, de un recorrido que deseamos hacer juntos. Caminar juntos, rezar
juntos, trabajar juntos, para que los sufrimientos del pasado dejen el lugar a
un futuro de justicia, de sanación y de reconciliación”. Este es, explicó el
Papa, el motivo por el que la primera etapa de su peregrinación entre ellos se
lleva a cabo en la región que ha visto, desde tiempos inmemoriales, la
presencia de los pueblos indígenas. “Es un territorio que nos habla, que nos
permite hacer memoria”, dijo.
Hacer
memoria
Francisco se detuvo en la importancia de hacer
memoria: “Ustedes han vivido en esta tierra durante miles de años con estilos
de vida que respetaban la misma tierra, heredada de las generaciones pasadas y
protegida para las futuras”, destacó. Refiriéndose a uno de los tantos valores
que transmiten las comunidades indígenas, el cuidado de la tierra, comentó: “La
trataron como un don del Creador para compartir con los demás y amar en armonía
con todo lo que existe, en una viva interconexión entre todos los seres vivos”.
“Así aprendieron a nutrir un sentido de familia y de
comunidad, y desarrollaron vínculos fuertes entre las generaciones, honrando a
los ancianos y cuidando de los pequeños. ¡Cuántas buenas tradiciones y
enseñanzas basadas en la atención a los otros y al amor por la verdad, en la
valentía y el respeto, en la humildad, en la honestidad y en la sabiduría de
vida!”
“Un grito de dolor”
Siguiendo su reflexión, la mirada de Bergoglio se
dirigió hacia los sucesos dolorosos: “El lugar en el que nos encontramos hace
resonar en mí un grito de dolor, un clamor sofocado que me acompañó durante
estos meses”. Aludió “al drama sufrido por tantos de ustedes, por sus familias,
por sus comunidades, en lo que ustedes compartieron conmigo sobre los sufrimientos
padecidos en las escuelas residenciales”.
“Son traumas que, en cierto modo, reviven cada vez que
se recuerdan y soy consciente de que también nuestro encuentro de hoy puede
despertar recuerdos y heridas, y que muchos de ustedes podrían sentirse mal
mientras hablo.. Pero es justo hacer memoria, porque el olvido lleva a la
indiferencia y, como se ha dicho, «lo opuesto al amor no es el odio, es la
indiferencia… lo opuesto a la vida no es la muerte, es la indiferencia a la
vida o a la muerte» (E. Wiesel). Hacer memoria de las devastadoras experiencias
que ocurrieron en las escuelas residenciales nos golpea, nos indigna, nos
entristece, pero es necesario.”
Políticas de asimilación y desvinculación fueron
nefastas
“Es necesario recordar cómo las políticas de
asimilación y desvinculación, que también incluían el sistema de las escuelas
residenciales, fueron nefastas para la gente de estas tierras”, declaró el
Papa.
“Cuando los colonos europeos llegaron aquí por primera
vez, hubo una gran oportunidad de desarrollar un encuentro fecundo entre las
culturas, las tradiciones y la espiritualidad. Pero en gran parte esto no
sucedió”, añadió. “Y me vuelve a la mente lo que ustedes me contaron, de cómo
las políticas de asimilación terminaron por marginar sistemáticamente a los
pueblos indígenas; de cómo, también por medio del sistema de escuelas
residenciales, sus lenguas y culturas fueron denigradas y suprimidas; de cómo
los niños sufrieron abusos físicos y verbales, psicológicos y espirituales; de
cómo se los llevaron de sus casas cuando eran chiquitos y de cómo esto marcó de
manera indeleble la relación entre padres e hijos, entre abuelos y nietos”,
subrayó.
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Francisco renueva el pedido de perdón
El Santo Padre agradeció a los indígenas “por haber
expresado el peso que llevaban dentro, por haber compartido conmigo esta
memoria sangrante”.
“Hoy estoy aquí, en esta tierra que, junto a una
memoria antigua, custodia las cicatrices de heridas todavía abiertas. Me
encuentro entre ustedes porque el primer paso de esta peregrinación penitencial
es el de renovar mi pedido de perdón y decirles, de todo corazón, que estoy
profundamente dolido: pido perdón por la manera en la que, lamentablemente,
muchos cristianos adoptaron la mentalidad colonialista de las potencias que
oprimieron a los pueblos indígenas”, manifestó.
“Estoy dolido”, reiteró, y pidió perdón, “en
particular, por el modo en el que muchos miembros de la Iglesia y de las
comunidades religiosas cooperaron, también por medio de la indiferencia, en
esos proyectos de destrucción cultural y asimilación forzada de los gobiernos
de la época, que finalizaron en el sistema de las escuelas residenciales”.
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Las disculpas, un punto de partida
Ante lo que muchos de los indígenas afirmaron (“que
las disculpas no son un punto de llegada”), Francisco admitió que concuerda
plenamente: “Constituyen sólo el primer paso, el punto de partida”.
““También soy consciente de que «mirando hacia el
pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar
el daño causado» y «mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga
para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no sólo no se
repitan, sino que no encuentren espacios» (Carta al Pueblo de Dios, 20 agosto
2018)"”
Francisco reafirmó que “una parte importante de este
proceso es hacer una seria búsqueda de la verdad acerca del pasado y ayudar a
los supervivientes de las escuelas residenciales a realizar procesos de
sanación de los traumas sufridos”.
“Rezo y espero que los cristianos y la sociedad de
esta tierra crezcan en la capacidad de acoger y respetar la identidad y la
experiencia de los pueblos indígenas”, expresó el Pontífice.
Francisco compartió su esperanza de que “se encuentren
caminos concretos para conocerlos y valorarlos, aprendiendo a caminar todos
juntos”. Por su parte, reconoció que seguirá animando el compromiso de todos
los católicos respecto de los pueblos indígenas, como lo ha hecho en varias
ocasiones, en varios lugares, a través de encuentros, llamamientos y también
por medio de una exhortación apostólica (ndr: Querida Amazonía).
“Sé que todo esto requiere tiempo y paciencia, se
trata de procesos que tienen que entrar en los corazones, y mi presencia aquí y
el compromiso de los obispos canadienses son testimonio de la voluntad de
avanzar en este camino.”
El Papa reveló que esta peregrinación se extiende
durante algunos días y lo llevará a lugares distintos entre sí: “Sin embargo,
no me permitirá responder a muchas invitaciones y visitar centros como
Kamloops, Winnipeg, varios lugares en Saskatchewan, en Yukón y en los
Territorios del Noroeste. Aunque eso no sea posible, sepan que están todos en
mi recuerdo y en mi oración”.
“Sepan que conozco el sufrimiento, los traumas y los
desafíos de los pueblos indígenas en todas las regiones de este país. Las
palabras que pronunciaré a lo largo de este camino penitencial están dirigidas
a todas las comunidades y a los indígenas, que abrazo de corazón”, les dijo.
La memoria y el silencio
Hacia el final de su alocución, el Obispo de Roma
retomó el elemento principal de la primera etapa de su viaje, “un espacio a la
memoria”: “Hoy estoy aquí para recordar el pasado, para llorar con ustedes,
para mirar la tierra en silencio, para rezar junto a las tumbas”.
“Dejemos que el silencio nos ayude a todos a
interiorizar el dolor. Silencio y oración”, agregó.
Es necesaria la gracia de Dios para sanar y
reconciliar
“No bastan nuestros esfuerzos para sanar y
reconciliar, es necesaria su gracia, es necesaria la sabiduría afable y fuerte
del Espíritu, la ternura del Consolador. Que Él colme las esperanzas de los
corazones. Que Él nos tome de la mano. Que Él nos haga caminar juntos”,
concluyó Francisco.
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