Papa León XIV: Que ningún anciano sea abandonado, que nadie se sienta inútil
CIUDAD DEL VATICANO (3 Octubre 2025).- "Los ancianos son un don, una bendición que hay que acoger, y la prolongación de la vida es uno de los signos de esperanza de nuestro tiempo". Así se dirigió León XIV a los participantes en la audiencia de hoy, 3 de octubre, del Segundo Congreso Internacional de Pastoral de los Ancianos, instándolos a anunciar a Cristo en todas las edades y etapas de la vida.
Las palabras del Papa León XIV son fuente de consuelo
y esperanza para muchas personas mayores que, al llegar a la vejez, sienten que
ya no pueden aportar nada a los demás, mientras que, cada vez más, según
muestran las estadísticas, son el estado de bienestar de muchos países, una
presencia valiosa en las familias de sus hijos. En su encuentro hoy, 3 de
octubre, con los participantes del Segundo Congreso Internacional sobre la
Pastoral de las Personas Mayores, bajo el lema "Sus mayores soñarán",
organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, que se
celebra hasta mañana, 4 de octubre, en la Curia General de la Compañía de Jesús
en Roma, el Pontífice recordó el valor de la pastoral de las personas mayores,
que debe ser "evangelizadora y misionera".
“Donde las personas mayores se sienten solas y
rechazadas, esto significará llevarles el alegre mensaje de la ternura del
Señor, para superar, junto con ellas, la oscuridad de la soledad, el gran
enemigo de la vida de las personas mayores. ¡Que nadie sea abandonado! ¡Que
nadie se sienta inútil!”
La
longevidad no es un defecto
El discurso del Papa León XIII es también un
recordatorio constante de las enseñanzas del Papa Francisco, quien ha
reafirmado con frecuencia la alianza entre jóvenes y mayores, una encrucijada
de futuro y sabiduría. El Pontífice recuerda que «en nuestro tiempo,
lamentablemente, las relaciones entre generaciones suelen estar marcadas por
fracturas y oposiciones, que las enfrentan». Estas son visiones, afirma León
XIV, pesimistas y conflictivas. De hecho, se critica a las personas mayores por
«no dejar espacio a los jóvenes en el mercado laboral o por absorber demasiados
recursos económicos y sociales en detrimento de otras generaciones, como si la
longevidad fuera un defecto».
“Los Ancianos son un don, una bendición que hay que
acoger, y la prolongación de la vida es un hecho positivo; de hecho, es uno de
los signos de esperanza de nuestro tiempo, en todo el mundo. Sin duda, también
es un desafío, porque el creciente número de personas mayores es un fenómeno
histórico sin precedentes que nos llama a un nuevo ejercicio de discernimiento
y comprensión”.
Fragilidad,
un puente hacia el cielo
«La vejez», afirma el Papa, «es ante todo un
recordatorio beneficioso de la dinámica universal de la vida». Una vida en la
que a menudo solo se valora si produce riqueza o éxito, si se alcanza poder o
autoridad. La fragilidad, de hecho, «es ocultada o distanciada por quienes
cultivan ilusiones mundanas, para no tener ante sus ojos la imagen de lo que inevitablemente
seremos».
“Sin embargo, es saludable reconocer que envejecer
«forma parte de la maravilla que somos». Esta fragilidad, «si tenemos el coraje
de reconocerla», de abrazarla y cuidarla, «es un puente hacia el cielo»”.
La
salvación está en la humildad
La fragilidad y la debilidad no deben ser motivo de
vergüenza, sino un impulso para buscar la ayuda de nuestros hermanos y de Dios.
«Los ancianos», subraya el Papa, «nos enseñan que la salvación no está en la
autonomía, sino en reconocer humildemente nuestras propias necesidades y saber
expresarlas libremente». Por lo tanto, «la medida de nuestra humanidad no es lo
que podemos lograr, sino nuestra capacidad de dejarnos amar y, cuando sea
necesario, incluso ayudar».
Los
"jóvenes ancianos"
Recordando que la vejez a menudo nos sorprende
desprevenidos, el Papa afirma que "la Iglesia está llamada a ofrecer el
tiempo y las herramientas para descifrarla, para vivirla cristianamente, sin
pretender permanecer eternamente joven y libre de la desesperación". Las
catequesis del Papa Francisco de 2022 son útiles en este sentido, describiendo
con precisión "una verdadera espiritualidad para los ancianos: de ellos
podemos sacar provecho para establecer una labor pastoral útil".
Los "jóvenes ancianos", personas sanas con
tiempo libre, suelen participar regularmente en la liturgia y en actividades
parroquiales, como la catequesis y diversas formas de servicio pastoral, pero deben
ser participantes activos.
“Es importante identificar un lenguaje y propuestas
adecuadas para ellos, involucrándolos no como receptores pasivos de la
evangelización, sino como participantes activos, y responder con ellos, y no en
su lugar, a las preguntas que plantean la vida y el Evangelio”.
Una
pastoral evangelizadora y misionera
A pesar de sus diversas experiencias: algunos llegan
al conocimiento de Dios en la vejez; otros regresan a la Iglesia tras un
período de alejamiento; y otros han perseverado en su vida cristiana, el deseo
de Dios también debe alimentarse con una sencilla oración, recitada con fe en
casa.
“Para todos, la pastoral de las personas mayores debe
ser evangelizadora y misionera, porque la Iglesia está siempre llamada a
anunciar a Jesús, Cristo Salvador, a todo hombre y mujer, en cualquier edad y
etapa de la vida”.
Las
personas mayores, testigos de la esperanza
"Anunciar el Evangelio es el principal compromiso
de nuestra pastoral: al involucrar a las personas mayores", enfatiza el
Papa León, "en esta dinámica misionera, también ellas serán testigos de la
esperanza, especialmente con su sabiduría, devoción y experiencia".
Por BENEDETTA
CAPELLI/Vatican News
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